El tópico de creer ciegamente en todo lo que involucra un término anglosajón existe, y no por ello, significa que el asunto funcione en cuestión. Esto pasa con las famosas tarjetas revolving, las cuáles han ganado mucha fama en los últimos años, y no por ello es precisamente sencilla de usar.
La tarjeta revolving es un tipo de tarjeta de crédito en la que todas las compras o retiradas de efectivo realizadas con la misma, se quedan aplazadas automáticamente. Como cualquier tipo de tarjeta de este calibre, se pueden realizar pagos independientemente del saldo que se tenga en la cuenta, ya que el cobro se efectúa a posteriori, con intereses. Asimismo, la retirada de dinero en efectivo también conlleva estos réditos.
La facilidad de aplazamiento de los pagos que realiza el usuario puede terminar realmente en un sobreendeudamiento. La diferencia con una tarjeta de crédito tradicional reside en que, en lugar de pasar el cobro a mes vencido, el abono de la cantidad gastada se realiza en cuotas mensuales, funcionando como un minicrédito.
Sin embargo, no son únicamente estos intereses uno de sus mayores peligros, sino que a medida que se va amortizando la deuda, esa cantidad de importe vuelve a estar disponible en la línea de crédito para gastar. Esto puede desembocar en un bucle.
Existen dos maneras de devolver el importe de las tarjetas revolving:
El tipo de interés que lleva consigo este tipo de tarjetas es bastante elevado, rondando el 20% e incluso algunos superan el 25% TAE. La sentencia del Tribunal Supremo del 4 de marzo de 2020 consideró que una tarjeta revolving cuyo interés TAE supera el 27% se considera usura y queda anulada.
No existe un límite como tal para el interés TAE y estas tarjetas están totalmente legalizadas, pero el Supremo considera que hay usura cuando se aplica un interés notablemente superior al normal del dinero, que en términos de interés TAE suele considerarse a partir del 20%, que ya es excesivo y desproporcionado. Pero en sí, no existe ninguna regla o norma, sino que la jurisprudencia lo considera un tipo de interés muy elevado.
Por otro lado, si se paga una cuota mensual baja, se alarga la amortización de la cantidad inicial y, a su vez, se alargan los intereses; por lo que finalmente la operación sale mucho más cara.
Existe una normativa sobre las tarjetas revolving para garantizar una mayor claridad y transparencia a la hora de comercializar este tipo de productos financieros. Se exige a todas las entidades emisoras que estudien previamente la solvencia del cliente y la obligación de dar información periódica trimestral y adicional, además de la precontractual.
Así pues, con toda esta información, lo que queremos transmitir no es que no usen este tipo de tarjetas si quieren hacerlo, sino que con toda esta información, sepan usarlas de la mejor manera para no llegar a un punto de insolvencia.
En caso de que quieran saber cómo realizar una reclamación, pónganse en contacto con nosotros y uno de nuestros profesionales del ámbito legal se hará cargo de la ayuda que necesita.